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José Luis Fernández Juan, autor de Pinceladas de Harmonía: «La economía de mercado depende de infinidad de aspectos ajenos al verdadero valor literario de un producto»

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José Luis Fernández Juan, autor de «Pinceladas de Harmonía«. Foto: cedida.

Licenciado en Filología Hispánica y en Filología Valenciana, José Luis Fernández Juan (Valencia) es profesor de la ESO y Bachillerato en el Colegio de Nuestra Señora del Pilar desde 1996. Con el objetivo de dignificar nuestra lengua, así como lograr el entretenimiento del lector, publica en 2014 Pinceladas de Harmonía, obra que ya va por su tercera edición. Adaptación del culteranismo y el conceptismo del siglo XVII y de las vanguardias y el modernismo de principios del XX, el libro se fusiona con nuestra época y hace acopio de grandes valores humanos, cantidades industriales de reflexión y un lote de humor estilísticamente peculiar. Ferviente admirador de la época dorada de la música pop española, lleva éstas y otras influencias de canciones clásicas a su novela. The Beatles, ABBA, Tequila… se mezclan con la pintura de Dalí, el conceptismo de Quevedo y el humor de Les Luthiers y Jardiel Poncela, entre otros muchos. Porque, en sus propias palabras, el humores la segunda palabra más hermosa de nuestro idioma”.

P. Reza la contraportada: “Aquí nada es gratuito. Todo tiene sentido. Cada frase es una fiesta. En cualquier momento puedes encontrar la expresión más bella”. Además de una belleza estilística insuperable, ¿qué se va a encontrar el lector cuando abra Pinceladas de Harmonía?
R. La posibilidad de disfrutar con una obra diferente; proclive al destello súbito y a la rotación sedosamente onírica. Todo con lo que se encuentre el receptor está cuidadosamente medido y engarzado. Solamente así el lector podrá trascender y depurar las diferentes lecturas que haga del libro para descubrir en él nuevos y sorprendentes significados. Pinceladas de Harmonía es una obra de placentero pensamiento contínuo.

P. 17 pinceladas convertidas en capítulos. Un escenario de ensueño donde los personajes son extremadamente carismáticos y felices. ¿Por qué una obra tan llena de enseñanzas y cargada de positivismo?
R. Entiendo que la mejora de la sociedad pasa por una revisión de todas sus disfunciones para erradicarlas y proponer valores auténticamente edificantes como la alegría, la creatividad, la solidaridad, el trabajo o la cultura. Si reflexionamos y aprendemos viendo cómo se desenvuelven los personajes de Harmonía y disfrutan de la vida, entenderemos raudamente que actuando de forma análoga podríamos llegar a ser tan felices como ellos.

P. ¿Es Pinceladas de Harmonía una píldora de olvido ante la situación que vivimos?
R. No hay que olvidar que no hay que olvidar. Hay que crecer desde la realidad. Aunque aparentemente la realidad del 2016 invita a zafarnos de su desabrimiento; no todo es pernicioso. Se trataría de saber elegir lo beneficioso y prescindir de lo nocivo. En Harmonía los motores de búsqueda para la toma de conciencia y la aplicación de las decisiones adecuadas van de la mano. Se intenta que se reactiven los sentidos del lector y que este se cuestione la integridad de su percepción.

P. Los personajes son, en su mayoría, artistas que, gracias a su dedicación y esfuerzo, han logrado el trabajo de sus sueños. ¿En qué o en quiénes te has inspirado para crear a cada habitante?
R. La juglaresa Fidriana es el único trasunto literario que existe en Pinceladas de Harmonía. Como la atmósfera del libro no podía ser más musical entendí que alguna celebridad podía tener cabida en sus pentagramas gráficos. Entró Fidriana por azar, pero también podían haber tenido presencia otros músicos inspiradores como Antonio Vivaldi, Ignacio Gasca Poch, Richard Wagner, Julián Infante, Giacomo Meyerbeer o Paul McCartney. Todos ellos tan dispares, pero a la vez, tan cercanos. Sus ritmos harmónicos han incrementado mi capacidad de comunicación y han liberado mi cerebro de dopamina. En Harmonía su ascendencia se percibe en todo momento. Más allá de la música, la influencia de artistas de vanguardia como Takasi Murakami, Cindy Sherman, Ai Weiwei o Anish Kapoor sin llegar a ser directa, es más que evidente. Sin embargo, insisto, solamente Fidriana es una representación trasladada de la realidad. El resto de los personajes nacen del entorno y se asientan en él desde sus evidentes opciones de despliegue evolutivo.

P. Escrito en una maravillosa prosa lírica, el libro no se ajusta a ningún género literario, sino que juega con diferentes corrientes. ¿Ha sido difícil hacer confluir en un mismo tiempo y espacio tantas diferencias?
R. Pinceladas nacería de un género híbrido entre la poesía y la fábula. Intento dotarla de formas abstractas líricas ya que su energía en el lenguaje facilita la sutileza y el acendramiento, siempre sensible a cualquier centelleo imprevisible. El factor sorpresa se convierte así en uno de los rasgos más salientes. Nos encontramos pues, ante una obra genéricamente abierta, liberada y aglutinadora.

P. Debido a tu cargo de profesor, tu tiempo de creación se ve limitado a los periodos vacacionales. ¿Cuánto tiempo has tardado en concluir la obra? ¿Cómo es dejar inconcluso el libro a la espera del próximo tiempo libre?
R. Pinceladas se creó básicamente en dos veranos. El desarrollo de las diferentes microhistorias a base de pinceladas facilita que el fresco literario de Harmonía nunca encuentre su omega. El final abierto de Pinceladas lo convierte en un libro eterno, susceptible de ser continuado. Los lectores me invitan permanentemente a que escriba una segunda parte y yo, que me debo a ellos, soy sensible a sus peticiones al no conocer el perfil de su ausencia.

P. La musicalidad de la prosa, las estructuras y el humor han creado una obra que ya va por su tercera edición. ¿Te esperabas tal éxito ante una apuesta tan arriesgada y nunca vista en el mercado?
R. Siempre tuve claro cuando comencé a juntar letras, que mi pretensión al publicar un libro no era ganar dinero a manos llenas ni convertirlo en un best-seller. El juego del comercio intelectual no me interesa ya que todos sabemos que la economía de mercado depende de infinidad de aspectos ajenos al verdadero valor literario de un producto. Lo acepto y lo asumo sin problemas. Partiendo de esta premisa, la paz y la independencia a la hora de escribir me garantizaban un deleite absolutamente reconfortante en el proceso de composición. A partir de ahí, mi siguiente objetivo era intentar crear algo “diferente”, que el lector viera un estilo innovador que le invitase a la lectura curiosa y le integrase en el dispositivo de la seducción. El público siempre tiene la última palabra; una edición por año no está nada mal. El respeto y el compromiso con un receptor ávido de experimentar cauces retóricos inéditos es un seguro contra todo riesgo. Me conformo con que el lector se renueve la mirada sobre nuestra época a partir de la relevancia de su propia subjetividad como método de aprendizaje.

P. ¿Cómo ves la educación española?
R. Como profesor me incomoda sobremanera las continuas reformas educativas que realizan los diferentes partidos políticos. La educación necesita un sistema progresista, motivador, y por supuesto, estable; no sometido a los remiendos de chapa y pintura de ideólogos coyunturales. Nuestro sistema educativo necesita una renovación total, adaptada a los nuevos tiempos, pero llevada a cabo por profesionales de la educación. Necesitamos un gran pacto global, más allá de ideologías y sectarismos, que alimente el auténtico espíritu crítico y autónomo, más procedimental y menos conceptual, por competencias, orientado a resolver los verdaderos problemas que tiene la sociedad. En Harmonía se fomenta una educación basada en la curiosidad y en la creatividad en donde el reto no es competir sino compartir.

P. Supongo que, como escritor y profesor, fomentas sin duda alguna la lectura entre tus alumnos. ¿Con el paso de los años ves cambios en los hábitos lectores de los adolescentes?
R. En el colegio pretendemos que las obras seleccionadas les resulten interesantes y motivadoras a nivel personal. Si en la valoración de final de curso, la opinión de los chavales sobre algún libro no resulta positiva, lo cambiamos para el siguiente curso sin mayores problemas. Aquí no podemos fallar, ya que bastantes alumnos solo leen los libros que les ofertamos en el colegio. Hemos detectado que cada vez los adolescentes tienen menos hábito lector. Actualmente sus hábitos son mayoritariamente cibernéticos (internet, móviles, ordenadores) y desde luego, no pasan por los libros digitales. Nosotros, como profesores, nos rebelamos ante esta verdad incontrovertible intentando fomentar la lectura para que se convierta en hábito. La clave radicaría en que el libro (clásico o moderno) lo sustente una historia provechosa y atractiva protagonizada por personajes y circunstancias con que los adolescentes se identifiquen más allá del entorno colegial.

P. ¿Libro electrónico o papel?
R. Cuando parecía que era cuestión de tiempo que el libro digital se impusiera al papel, resulta que ha ocurrido todo lo contrario. Cada vez despierta menos interés el libro electrónico. Lo realmente interesante es que se lea como sea, que las publicaciones impresas y digitales convivan en harmonía y que el público, valorando su realidad, se decanté libremente por cualquiera de las dos opciones.

P. Eres licenciado en Filología Hispánica y en Filología Valenciana. ¿Cuándo nace tu pasión por las letras y, más en concreto, por la literatura?
R. Desde muy pequeño, siempre tuve diáfano que lo mío no eran las ciencias… Esta evidencia ya me allanó en buena medida la elección de carrera. Llegué a Filología por el método de elección a partir de la retracción de carreras. El placer por la literatura me llegó un tanto tardío. La descubrí precisamente cursando Filología. Allí me obligaban a leer y a mí esta obligación me resultó una bendición porque descubrí en el acto de lectura mi auténtica pasión. En seguida, entendí que si podía ganar dinero con la lengua y la literatura mi vida tendría sentido pleno. Ya en 5º de carrera vi “El club de los poetas muertos” y pensé “Yo quiero ser como el profesor John Keating”. Nunca llegué a ser el profesor John Keating, pero sí llegué a ser el profesor José Luis Fernández Juan.

P. ¿Quiénes son tus referentes?
R. Antes te he comentado algunos iconos en el mundo musical y en el arte vanguardista. Literariamente mis referentes son Julio Cortázar, Fer Ortega, Jardiel Poncela, Gómez de la Serna, Adolfo Castejón, Javier Tomeo, Ana María Machado, Rubén Darío, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, Juan Ramón Jiménez, Miguel de Cervantes… Todos ellos auténticas guías para el aprendizaje y la acción. Un lujo haberlos conocido.

P. Tras este primer éxito, ¿tienes alguna obra en proceso de creación?
R. Te lo comentaré cuando llegue el período estival. Ahí la creación se procesa y los personajes tejen su propio destino; ya sabes que los harmonienses son tejedores expertos en… el entretenimiento y la sonrisa. Creo que quieren que sigamos divirtiéndonos con ellos…

P. Un sueño.
R. Que el mundo entienda el “modus vivendi” de Harmonía como una alternativa válida para obtener el pasaporte definitivo a la felicidad. Como decía John Lennon en su harmoniana canción All you need is love …“it’s easy”.

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