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Entrevista a Sonsoles Fuentes, autora de Alas negras y chocolate amargo: «Quiero pensar que la gente como Jorge Cremades no es consciente del daño que puede causar. Eso les convertiría en malas personas»

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La periodista y escritora, Sonsoles Fuentes, autora de «Alas negras y chocolate amargo».

A los 9 años, Sonsoles Fuentes (Cádiz, 1966) dejó atrás su tierra natal y se mudó, junto a su familia, a L’Hospitalet de Llobregat. El amor le llevó, hace dieciséis años, a trasladarse a Santa Coloma de Gramenet, ciudad en la que reside actualmente con su marido. La periodista y escritora publica ahora su segunda novela de ficción: Alas negras y chocolate amargo, una novela con pequeñas pinceladas humorísticas y paranormales que esconden una realidad injusta y cruel. Con dos hermanas como protagonistas, la autora crea un escenario de miedo y represión, soledad y desamparo. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, Sonsoles comenzó su carrera en la radio. Colabora en revistas como Woman, Glamour, Man, etc., y tiene en su haber cerca de una veintena de libros publicados bajo grandes sellos editoriales. Sus obras, guías y manuales, que tocan temas sociales, psicológicos y sexuales, son todo un éxito en el mercado.

P. Antes que nada, ¿quién es Sonsoles Fuentes y qué se va a encontrar el lector en Alas negras y chocolate amargo?

R. Prefiero que sean los demás quienes digan quién soy o cómo me ven. Yo sigo buscándome, y reconozco que leer es una manera de hacerlo, de aprender de uno mismo; y después la escritura, que es una excelente terapia y sirve para realizar un trabajo de introspección. Creo que, a estas alturas de mi vida, tengo un poco claro lo que no quiero ser o hacer. En la novela, el lector va a encontrar una mezcla de géneros: comedia, suspense, drama… No me lo propuse. Yo solo quise escribir una historia que podría haber sido la historia de cualquiera de nosotros si se hubieran dado las circunstancias apropiadas para ello.

P. Es la primera obra que escribes sin un encargo previo, con la incertidumbre de saber si iba a ser publicada o no por una editorial. ¿Fue concebida, por el contrario, para el Concurso de Autores Indie en el que participa?

R. Casi todos los libros que me han publicado fueron propuestos por mí. Las editoriales aceptaban el proyecto y firmábamos un contrato previo. En este caso, comencé a escribir una historia sin proponérsela a una editorial porque sabía que podía ser compleja y no quería hacerlo con la presión de una fecha de entrega. Ni siquiera existía el concurso de Amazon. Se cruzaron dos proyectos de libros de no-ficción que me obligaron a parar y retomé la novela después. Cuando la tuve terminada, la puse en manos de unos cuantos lectores beta de confianza. Hice caso de algunas opiniones o sugerencias en los que coincidían para volver a retocarla. Y, entonces, me vi con una novela que situaba la historia en 2008 y que tenía que presentar a editoriales sin saber si la leerían, cuándo lo harían, si me iban a contestar con una negativa… A esas alturas, ya había publicado algunas de mis obras en edición digital en Amazon para que llegara a lectores de América, que a veces me preguntaban por ellas y, entonces, presté atención al concurso. Pensé, «¿Y por qué no?«

P. Con casi una veintena de obras publicadas, se trata del segundo libro de ficción que sale a la luz, al igual que Como la seda. ¿Qué te anima a dar forma a esta novela?

R. Aunque es una historia ideada por mí, hubo una semilla, una historia real que me contaron que puso mi imaginación en marcha. Tengo muchas ideas para escribir ficción, pero no todas se aferran del modo en que lo hizo esta, con ese empeño en ser contada. También ha sido un reto para mí. Me gustan los retos de este tipo.

P. La historia comienza con una sesión de espiritismo. La familia Luján desea contactar con el fallecido marido de Carolina, una de las dos protagonistas de la obra. Durante esa reunión, se suceden los diálogos cómicos. ¿Por qué decides empezar una novela con un mensaje tan profundo tras tintes de humor?

R. No concibo la vida sin humor y no soporto a las personas que no saben reírse. Solo puedo hacer una excepción en algo tan destructivo como la muerte de un hijo. Conozco a gente que ha vivido o vive auténticos dramas personales y, sin embargo, conserva la alegría. Tienen capacidad para reír cuando hay que reír. En cambio, hay personas cuyas circunstancias han sido menos trágicas, pero se regodean en su pena y ponen mala cara si los que están a su alrededor intentan divertirse. Me resultan muy desagradables y no quería que Carol y Fani fuesen así. A través de la alegría y el afecto de su familia, las protagonistas encuentran una especie de sanación. Aunque tonteen con esas terapias alternativas de la tía Nana, es en el amor y en la alegría donde encuentran la cura.

P. Carol carga a sus espaldas veinte años de matrimonio. Durante ese periodo, ha vivido varios ingresos en un psiquiátrico. ¿Ha sido difícil conformar este universo?

R. En un principio, pensé que me había metido en un berenjenal, pero a medida que escribía me di cuenta de que contaba con muchos testimonios que durante años me han contado de relaciones conflictivas: historias de maltrato psicológico que les condujeron a la enfermedad. También llevo años relacionándome con psicólogos y psiquiatras. A algunos les hablé de la novela que estaba escribiendo y todos me dijeron lo mismo: “Tuve un paciente al que le pasó algo parecido”. Aunque el psicólogo o psiquiatra que manipuló a ese paciente no fuera, al mismo tiempo, su pareja, es posible que lo hiciera a petición de esta o de los padres.

P. Maltrato psicológico, depresiones, tratamientos, soledad… ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

R. Llevo años documentándome sobre esos temas. Desde el primer libro que me publicaron –Soy madre, trabajo y me siento culpable-, los conflictos y trastornos psicológicos están presentes en todos ellos. Y, por supuesto, en los testimonios que recogí para escribir los libros sobre sexualidad.

P. Por otra parte, tenemos a Fani. A punto de entrar en la treintena, sigue dando tumbos en la vida tras vivir varios sucesos trágicos. ¿Qué personaje ha sido más complicado de crear?

R. Aunque parezca lo contrario, creo que fue el de Fani. Las circunstancias de Carol fueron las primeras que concebí. Había aprendido mucho sobre maltrato psicológico para escribir en, por ejemplo, Trabajando con el enemigo, que trata sobre el acoso moral. Me costó más meterme en la piel de Fani y plantearme cuáles podían ser los tormentos que sufriría el alma de una chica después de recibir esos golpes de la vida.

P. La narración en primera persona se alterna entre las dos hermanas. ¿Por qué te decantas por este estilo?

R. Comencé a escribir el primer borrador en tercera persona, pero no funcionaba, no tenía fuerza. Después pensé en utilizar la voz narrativa de Fani para centrarme en la historia de Carol: que el lector la descubriera a medida que la descubría Fani. De hecho, pensé en escribir una especie de “road novel” en la que Fani iba realizando reuniones de tuppersex por el país y su hermana, que se acababa de quedar viuda, la acompañaba. Pero el resultado tampoco me convencía. Y, por fin, surgió esa anécdota de la sesión de espiritismo y ahí tomé la decisión de alternar las voces de las hermanas.

P. ¿Tiene Alas negras y chocolate amargo algún hecho autobiográfico, por pequeño que sea?

R. Apenas unos detalles, como los despistes de Carol y la adicción a comerse las pieles de los dedos de Fani. Yo no he llegado a poner líquido de lavavajillas en la ensalada, pero sí soy capaz de echar la ropa para lavar al cubo de la basura o de abrir la puerta de la nevera para meter ahí el bolso. Ah, otro detalle que cuentan siempre mis padres: de pequeña contaba historias a mis amigas y mis primas. Creo que partía de cuentos o películas y los reinventaba.

P. Has sido publicada por múltiples sellos editoriales, entre los que destacan algunos de Planeta. ¿Cómo está siendo la acogida de la obra en Amazon y qué diferencias encuentras?

R. Cuando publiqué con Planeta, con Grijalbo, con Plaza y Janés, con Plataforma… dejaba en sus manos todo lo que suponía la promoción de la obra y yo me ocupaba de atender las entrevistas de los medios con los que los departamentos de comunicación contactaban. Ahora me veo implicada en el marketing por completo, pero descubro que es algo que hacen también los demás autores desde la aparición de las redes sociales. A mí siempre me ha costado entender cómo “se vende” una a sí misma. Y, la verdad, es que necesito encontrar un modo de promoción con el que me sienta cómoda. Lo mejor de todo es este contacto tan directo con los lectores que te proporcionan las redes. Eso es fabuloso, a pesar de algún que otro “acosador” a tenor de los libros sobre sexualidad que he escrito. Estoy recibiendo mensajes privados en los que me dan la enhorabuena. ¡Espero que hagan públicas esas opiniones en Amazon!

P. ¿Qué supondría para ti ganar el concurso en el que participas?

R. Podría continuar escribiendo con cierta tranquilidad, sabiendo que lo próximo que publique tendrá más visibilidad. Es la clave: que los lectores sepan que tus libros existen. También que traducirían la novela al inglés y, la idea de que llegue al público anglosajón, es muy motivadora.

P. ¿Cómo es tu proceso de creación?

R. Me encanta el material de escritura. Me gusta escribir con tinta lila y me gustan los cuadernos. Comienzo siempre a mano. Tomo muchas notas en papeles que voy ordenando hasta que tengo cierta planificación de la trama. Entonces, comienzo el primer borrador en un cuaderno. Para eso me marco un horario de primeras horas de la mañana. Escribo en una mesita plegable que coloco junto al balcón, para aprovechar la luz natural. Procuro no comenzar a escribir en el ordenador hasta que no he terminado el primer borrador a mano.

P. Licenciada en Ciencias de la Información, tus primeros pasos tuvieron lugar en la radio. Escribes desde hace más de dos décadas sobre temas sociales, psicológicos y sexuales, especialmente enfocados a parejas. ¿En qué momento fuiste consciente que la especialización en esta materia iba a marcar tu carrera profesional? ¿Tuvo algo que ver tu gran capacidad de escuchar a los demás?

R. Sí, eso de que se desahoguen conmigo me ha proporcionado muchas historias. En la radio comencé a descubrir los trastornos más comunes. Un día, se me ocurrió escribir sobre dos conflictos que detectaba: el de las amantes convencidas de que el hombre con el que se habían liado dejaría a su mujer y el de las madres que se sentían culpables al regresar al trabajo. Envié los artículos al Magazine de La Vanguardia, y ahí comenzó todo.

P. ¿Te topaste con trabas sociales a la hora de explicar tu trabajo?

R. En absoluto. Siempre me he sentido muy apoyada, incluso con los libros sobre sexualidad, aunque nunca decía cuándo iba a hacer una presentación o una charla. Hablar de sexo delante de caras conocidas me pondría muy nerviosa, sobre todo delante de mis padres.

P. Colaboras con publicaciones como el Magazine, de La Vanguardia, Woman, Glamour, Man y Sexologies. ¿Cómo compaginas tu vida personal con la escritura y estos trabajos?

R. Cada vez estoy más centrada en la narrativa. Las novelas son muy absorbentes: los personajes se acaban apoderando de ti y, a veces, tengo que hacer mucho esfuerzo para sacarlos de mi cabeza. Hay una pregunta recurrente de mi marido que me hace cuando salimos de casa: “¿En tu mundo?” Voy a tener que hacer algo al respecto…

P. Hace unos días, el artículo redactado por Álvaro Rigal se hizo viral. En él, se hacía alusión a los contenidos creados por Jorge Cremades, como el incluido en la revista Cosmopolitan. ¿Qué opinión te merecen las continuas publicaciones de Cremades?

R. La creencia en los tópicos es muy cansina, ya sean los referentes a las conductas de los sexos o los de la gente de un lugar. No entiendo dónde está la gracia. Creer en un tópico y considerar que es “la verdad” es propio de una mente simple.

P. ¿Son este tipo de jóvenes famosos en las redes sociales poco conscientes de los influyentes que pueden llegar a ser?

R. Imagino que son conscientes de la fama que obtienen, que es lo que persiguen. La gente se vuelve loca por la fama. Alguna vez, después de salir en la televisión, me he visto abordada por alguien en un aeropuerto porque me había visto la noche anterior y me he echado a temblar. Y eso que siempre fueron cordiales. Quiero pensar que la gente como Cremades no es consciente del daño que puede causar. Eso les convertiría en malas personas.

P. ¿Está la sociedad dando pasos hacia atrás en temas de igualdad?

R. No creo que vayamos hacia atrás pero si se ha producido un estancamiento. Ahora estallan polémicas por unas palabras o una frase inoportuna, pero no se abordan cuestiones realmente importantes, como la conciliación laboral y familiar. La crisis económica, el paro y la reforma laboral sí han supuesto un freno para la igualdad.

P. ¿Cómo ves el panorama nacional en ese aspecto? ¿Qué es lo que más te preocupa?

R. Veo que aún se desconoce el auténtico significado del feminismo. Y son muchas las jóvenes que se sienten atraídas por el “chico malo” que toma protagonismo en sus series o películas favoritas. O en novelas como Cincuenta sombras de Grey, donde el problema no es el juego sexual, sino que ella se empeñe en ser la salvadora de un controlador. Ahí está el peligro de ese modelo de relación.

P. A pesar de que en los medios de comunicación proliferan los casos de mujeres maltratadas por sus parejas, los hombres también sufren este tipo de violencia. ¿Por qué se silencian estos episodios?

R. Porque a los gobiernos no les interesa hacerse cargo de más problemas. Proteger a las mujeres maltratadas tiene un coste económico. Si sumamos a eso los hombres que sufren maltrato, los menores que son maltratados por sus propias madres y los ancianos que también lo padecen dentro del hogar familiar -solo salen a la luz los casos de las residencias-, las autoridades tendrían que hacerse cargo de todo ello: de los cuidados de esos menores y ancianos, crear programas y protocolos para resolverlos… Uf, no interesa. Es así de duro y triste.

P. En Chicas malas: cuando las infieles son ellas, decides dar una vuelta de tuerca y reunir los testimonios de mujeres infieles, así como de hombres engañados. ¿Crees que todavía existen tópicos en cuanto a estos temas?

R. Sí. La mayoría de la gente piensa que una mujer es infiel porque se enamora de otro hombre, porque implica sus sentimientos y que la infidelidad forma parte de la naturaleza masculina. Las motivaciones pueden ser muchas, incluso que su marido no tenga las mismas necesidades sexuales que ella y tenga que acostarse con otros para saciarlas. Y con esto no me refiero a las “ninfómanas”, sino a mujeres cuyos maridos nunca tienen ganas de sexo.

P. Eres coautora de Dímelo al oído. Las mujeres cuentan sus fantasías sexuales y Lo que de verdad nos pone. Hombres y mujeres desvelan sus fantasías sexuales junto a Laura Carrión. ¿Por qué ella?

R. Fue una ocurrencia mía la de escribir sobre las fantasías femeninas. Laura trabajaba entonces para Primera línea y sabía que tendría que reunir muchísimos testimonios para realizar un trabajo serio. Necesitaba colaboración y se lo propuse. Le encantó la idea. Dímelo al oído fue un súperventas. Llegó a la séptima edición, además de las ediciones de bolsillo, y la editorial propuso una segunda parte.

P. Tras el éxito de la primera obra, compuesta por 69 relatos de mujeres españolas, decidisteis uniros en la aventura de la segunda, más dirigido a los hombres. Además, has publicado múltiples guías sobre sexualidad y pareja (Segundas esposas: guía para las que se enamoran de un hombre separado; Soy madre, trabajo y me siento culpable; Él está divorciado y llegó a mí con su ex, sus criaturas y otros zombis…). ¿Por qué son tan populares los libros de este tipo de género? ¿Consultan los lectores sus dudas en páginas por miedo a contar sus problemas?

R. Todavía se tiene cierto miedo al psicólogo. Y, a menudo, se encuentran con reacciones muy poco empáticas cuando hablan de sus conflictos con otras personas. Las que se emparejan con un hombre divorciado, por ejemplo, casi siempre se sienten juzgadas o con respuestas del tipo “ya lo sabías cuando comenzaste a salir con él”, “tienes que comprender que la situación de él es complicada” o “¿me estás diciendo que sientes celos de sus hijos?” Las lectoras me dicen que al leer los libros se han sentido menos solas y menos culpables.

P. ¿Cómo ha cambiado el mundo editorial desde tu incursión en la escritura hace quince años hasta la actualidad?

R. Creo que la aparición de la edición digital, de las redes sociales y el estallido de la crisis lo ha cambiado todo. Las editoriales van a lo seguro. Está bien que piensen en las ventas, porque no deja de ser un negocio, pero, sinceramente, que el libro de un personaje como Belén Esteban desplace las obras de escritores de verdad me parece deplorable. Ahora hasta las que se consideraban “vacas sagradas” cobran la mitad en sus adelantos. Los demás tenemos que trabajar sin ellos, con la esperanza de que publiquen nuestro trabajo. Pienso que las editoriales no se han adaptado a la edición digital, no la cuidan y ponen los ebooks a un precio excesivo.

P. ¿Cómo es Sonsoles en su día a día? 

R. Desde que mi madre cayó enferma, hace casi dos años, mi día a día está muy condicionado por la familia. Pero siempre me ha gustado disfrutar del cine, al que procuro ir, al menos, una vez a la semana. Las series de televisión, que han entrado en una edad dorada, también me enganchan: The Wire, A dos metros bajo tierra, Mad men, Sherlock… Me gusta salir a cenar, también el teatro y, aunque prefiero el vino, me encanta catar cervezas y tapas de autor.

P. ¿Te has embarcado en algún nuevo proyecto? 

R. Tengo los primeros capítulos escritos de una nueva novela. Solo diré que comienza con un crimen y que hay una pareja en crisis. Pero he aprendido que, cuanto más hablo de lo que escribo, más tardo en terminarlo; de modo, que prefiero callar.

P. ¿Autores de referencia?

R. Unos cuantos. De los primeros años de lecturas: Dostoievski, Truman Capote, Mercé Rodoreda, Carmen Laforet, las hermanas Brotë y García Márquez. Últimamente, Philip Roth, Ian McEwan, Coetzee, Siri Hustvedt o David Vann… por citar algunos.

P. ¿Algún consejo para los escritores noveles?

R. Que sometan sus trabajos al juicio de personas que le digan la verdad y se tomen las críticas como un material que les permita corregir errores. Si buscan sólo el elogio están perdidos. Y que lean mucho, muchísimo, que no dejen de leer.

Muchas gracias a Sonsoles Fuentes por dedicar tanto tiempo a Páginas de Nieve.

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