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Entrevista a José Luis Díaz Caballero, autor de El rugido de la sombras: «Si la novela, de algún modo, puede llegar a incomodar a quienes se lucran directamente de la guerra, bienvenido sea»

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Galardonado en 1997 por Los nuevos de Alfaguara por su relato La agonía lánguida del Santo Patrón, José Luis Díaz Caballero (Madrid, 1979) acaba de publicar su primera novela: El rugido de las sombras. Un libro de gran calidad, no solo en su narrativa, sino en su contenido. Una  obra a caballo entre varios géneros, con personajes dignos de mención. La Guerra del Coltán como telón de fondo; un conflicto armado que el autor ha deseado dar mayor visibilidad en nuestros días. Licenciado en Derecho, ejerce la abogacía desde hace quince años y compagina su trabajo con la escritura, una de sus pasiones. Su segundo libro ya está en producción. Mientras, en su escaso tiempo libre, los deportes, los viajes y su familia y amigos toman preferencia.

P. En tus propias palabras, ¿quién es José Luis Díaz Caballero?

R. Ante todo, alguien que disfruta escribiendo y cuyo objetivo es hacerlo cada día mejor. Podría decir muchas cosas de mí, pero creo que esas son las palabras que mejor me definen en este momento.

P. En El rugido de las sombras podemos encontrar temas judiciales, políticos, económicos, personales, entre muchos otros. Novela negra, thriller judicial… ¿Cómo definirías la obra?

R. Nunca me ha gustado hablar de géneros, porque siempre he creído que las historias tienen un punto de transversalidad que supera cualquier clasificación. Es cierto que en El rugido de las sombras pueden encontrarse muchos elementos del género negro, pero no la concebí como tal cuando diseñé y estructuré la historia. Me gusta decir que, por encima de todo, es una novela contemporánea en la que tienen mucha importancia los personajes y el ritmo narrativo.

P. Por tanto, ¿qué se va a encontrar el lector cuando se sumerja en su lectura?

R. Encontrará personajes fuertes y complejos. Encontrará acción —mucha— y el análisis de temas tan distintos como la corrupción, la guerra, la infidelidad o la culpa. El rugido de las sombras es una novela de fondo —por supuesto— que lleva incorporada una concepción muy particular de la creación literaria, más allá de temas o de géneros, en la que priman el impacto visual y el valor lírico de la palabra.

P. Has llegado a denominarla como una novela de personajes, donde los distintos protagonistas tienen en común su necesidad de hacer frente a un dilema profesional y personal. ¿Qué valor diferencial crees que aporta esta concepción?

R. Mi objetivo cuando creo una historia es que los personajes tengan un alto grado de complejidad y que no respondan a clichés determinados, o a la distinción tradicional entre buenos y malos. Y creo que el mejor modo de conseguirlo –o, al menos, el más eficaz– es enfrentándolos a un dilema; un dilema extremo. La complejidad del personaje, o el sometimiento de sus actos a dicha complejidad, ayuda a fortalecer la tensión narrativa de la novela.

P. Has comentado en alguna ocasión que elegiste la Guerra del Coltán para dar a conocer el conflicto y sus consecuencias. ¿Cómo surgió la idea? ¿Fue primero ésta o el propio escenario?

R. Supe desde el principio que deseaba escribir una novela en la que un abogado fuese el personaje principal. Y, bajo esa premisa, comencé a construir la historia. La Guerra del Coltán, como escenario, apareció más tarde, casi por casualidad. Pero fue tal el impacto que tuvo en mí, que decidí no escribir una sola línea hasta que no me hubiese documentado lo suficiente.

P. ¿Ha sido complicado escribir sobre el coltán y sus consecuencias de una forma fácil de comprender para todos los lectores no iniciados en estos enfrentamientos internacionales?

R. Al principio, sí. El conflicto del coltán, en su vertiente más bélica, ha tenido y tiene numerosas consecuencias a nivel humanitario y jurídico. Hace años, tuve la oportunidad de cursar estudios de Derecho Penal Internacional y reconozco que mis primeros borradores, quizá por deformación profesional, eran demasiado técnicos. No resultó fácil adaptar la realidad jurídica al terreno narrativo, y me fue necesario realizar muchos ajustes, especialmente, en aquellos capítulos con mayor presencia judicial. Pero debo reconocer que estoy muy satisfecho con el resultado.

P. Llama mucho la atención la narración, donde las distintas acciones son simultáneas, cada personaje goza de su espacio propio, existen saltos en el tiempo, inclusión de documentos… ¿Por qué esta concepción?

R. Era la estructura que mejor me permitía respetar el espacio narrativo de cada personaje. Quería que el lector entendiese que sus decisiones o sus comportamientos no son arbitrarios. Como decía, no me gusta el modo excesivamente maniqueo con que se aborda la construcción de los personajes en las novelas de género negro. En El rugido de las sombras, cada uno arrastra una precuela que determina su futuro. Aun siendo consciente de que el flashback, para que sea efectivo, es necesario utilizarlo de un modo muy particular, en este caso decidí que jugara un papel relevante dentro de la estructura narrativa.

P. A lo largo de todas las páginas, existen infinidad de datos sobre el conflicto. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

R. Ha sido muy largo. Leí mucha literatura acerca de la guerra civil en Ruanda y la República Democrática del Congo, así como reportajes periodísticos e informes jurídicos sobre la Guerra del Coltán. Con todo ese material, tardé meses en decidir cómo debía diseminarlo a lo largo de la historia. Ante todo, quería que el lector sintiese que se enfrentaba a la lectura de una novela, con sus dosis de acción, y no a un ensayo jurídico o político.

P. En dicha recopilación de información, me gustaría que nos contaras qué has llegado a descubrir, si has tenido que censurar alguna información, qué te ha sorprendido…

R. No ha sido necesario censurar información, o datos objetivos sobre el conflicto, pero sí la visión con que debía abordar el tema de la violencia. La Guerra del Coltán ha tenido o tiene muchísimas implicaciones económicas, fundamentalmente entre multinacionales y gobiernos corruptos, pero no debemos olvidar que, por encima de todo, ha ayudado a financiar un conflicto armado que se viene prolongando desde hace años. Un conflicto armado y salvaje, mucho más de lo que el público imagina. Mi principal reto fue trasladar dicho contexto a la novela.

P. No solo te has limitado a la lucha armada, sino que tratas con maestría el cómo empresas multinacionales se lucran con este mineral. ¿Crees que el tema puede llegar a incomodar?

R. La presencia del conflicto en los medios no se ajusta a su gravedad ni a las consecuencias humanitarias que genera en países azotados por profundísimas crisis estructurales. La industria de la telefonía, por ejemplo, genera beneficios multimillonarios y el tratamiento del conflicto sigue siendo el mismo. Si la novela, de algún modo, puede llegar a incomodar a quienes se lucran directamente de la guerra, bienvenido sea.

P. Es indiscutible que el conflicto que se desarrolla es real. ¿Qué otros elementos o secuencias de este tipo podemos encontrar?

R. Es muy difícil escribir una novela con tintes judiciales en España, porque nuestro sistema es, en términos narrativos, muy aburrido; más aún, si lo comparamos con todo el material que viene de Estados Unidos. Pero quería que su desarrollo, el modo en que tiene lugar el juicio, el comportamiento de abogados, jueces y fiscales fuese absolutamente real. Fue uno de los retos más complicados.

P. ¿Cómo está siendo la acogida de tu primera novela y qué sentimientos te genera?

R. Por el momento, la acogida está siendo muy buena. Reconozco que este es, al menos para mí, el momento que más vértigo genera. Siento que la novela ha dejado de pertenecerme, o de hacerlo en exclusiva, y que su recorrido dependerá del juicio de los lectores. Asusta, claro que sí, pero es apasionante.

P. En 1997, recibiste el galardón literario Los nuevos de Alfaguara con tu relato La agonía lánguida del Santo Patrón. ¿Por qué decidiste presentar este texto al concurso y qué supuso para ti hacerte con el triunfo? ¿Podemos encontrar el texto en algún lugar?

R. Los nuevos de Alfaguara supuso mi primera oportunidad como escritor. Ya han transcurrido casi veinte años, pero mantengo intactas mis sensaciones al recibir la carta de la editorial. Con aquel premio, tuve el convencimiento de que, más allá de paréntesis laborales, uno de mis objetivos vitales era convertirme en escritor. El texto con que lo gané está plagado de imperfecciones, como es obvio, pero guardo hacia él un gran cariño. Imagino, aunque no estoy seguro, que sigue dentro del catálogo de la editorial Alfaguara.

P. Has reconocido que, en los inicios, escribías sin planificación, como un proceso mecánico. ¿Qué cambió para lograr transformar tu método?

R. En este caso, la complejidad de la novela hizo que cambiara mi método de trabajo. En una novela de este estilo, con tantas historias cruzadas, todas las piezas deben encajar. Recuerdo que, cuando había escrito el tercer capítulo, decidí parar. Planifiqué el resto de la historia para asegurarme de que no estaba dando pasos en falso. Y aunque este método de planificación resta espontaneidad al proceso creativo, a la larga resulta más placentero.

P. ¿Cómo es este proceso?

R. Primero hago un esbozo muy básico de la historia, visualizando tanto el comienzo como el final. Luego afronto el proceso de documentación, incluidos posibles viajes. Viajar —en la medida de lo posible— a los lugares donde transcurre la historia me permite captar detalles o matices sobre escenarios y sensaciones visuales que luego se antojan necesarios. Con todo ese material, compongo la trama como si de un guión se tratase. Terminado el proceso de escritura, comienza lo más difícil: corregir. ¿Manías? Sí, una: las notas sobre la novela —detalles, escenarios, ideas— las escribo en distintos cuadernos; el primer borrador, a mano y en folios.

P. Una vez concluido, ¿cómo te enfrentaste al dilema de la publicación? ¿Cómo lo has vivido?

R. Publicar una primera novela es casi tan complicado como escribirla. El mercado editorial es complejo y responde a una serie de reglas que pueden resultar inaccesibles. Mi experiencia con Megustaescribir ha sido fantástica y muy gratificante. Las nuevas tecnologías suponen una oportunidad muy importante para que los nuevos escritores —o cualquier artista— puedan dar a conocer su trabajo. Se trata de una labor ardua y lenta, pero puedo confirmar que da sus frutos.

P. Actualmente estás trabajando en tu segunda novela. ¿Seguirás la línea crítica u optarás por un cambio radical? ¿Puedes avanzarnos algo sobre ella?

R. Mi segunda novela es muy distinta a El rugido de las sombras. Transcurre exclusivamente en Madrid y responde a un enfoque más introspectivo. No puedo avanzar mucho más sobre ella, pero puedo asegurar que no dejará indiferente al lector.

P. Desde adolescente, has escrito infinidad de relatos. Incluso posees un blog donde publicas algunos de ellos. Sin embargo, no es hasta los treinta años, aproximadamente, cuando comienzas a dejar en segundo plano estos escritos para dar paso a la novela. ¿Qué cambios has experimentado a nivel profesional en la escritura?

R. Siempre he dicho que los escritores, dado que también son lectores, se encuentran en constante evolución. Mi estilo difiere mucho al que tenía hace veinte años; incluso, escribiendo la segunda novela, observo diferencias de estilo respecto a El rugido de las sombras. Sigo leyendo, sigo analizando y sigo aprendiendo. En definitiva, sigo descubriendo. Cuanto más se lee, mejor se escribe. Mi estilo es ahora más pausado y medido que hace años. Y creo que seguirá evolucionando.

P. ¿Cuál es tu primer recuerdo en relación a la literatura?

R. Mi primer recuerdo nítido es un ejemplar que tenían mis padres en su librería de El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. Aún recuerdo su tacto. No estoy seguro de que con tan poca edad, y en ese momento, decidiese ser escritor. Pero creo que algo brotó dentro de mí; algo que todavía siento.

P. Complementaste tus estudios de Derecho con un Máster en Abogacía, sector en el que ejerces desde hace quince años. ¿Por qué te decantaste por estos estudios?

R. Me gusta la práctica de la abogacía, porque, en gran medida, consiste en convencer a un tercero de que tu postura es la correcta, y la literatura persigue algo parecido. Asimismo, tal y como les ha sucedido a muchos escritores a lo largo de la historia, para escribir es necesario tener una profesión estable. Es un tópico, por supuesto; un tópico demasiado real.

P. Uno de los protagonistas es un abogado retirado. Es común, por ejemplo, la jerga jurídica ¿Cómo te ha ayudado tu profesión para concebir el libro?

R. Me ha ayudado para dotar de veracidad la novela. No quise que la jerga judicial empantanase el ritmo de la novela, o su concepción lírica, pero, sin duda, conocer desde dentro determinados mecanismos judiciales me fue de muchísima utilidad.

P. ¿Cómo está siendo complementar tu vida laboral con la escritura?

R. Difícil. La vida de un abogado no es nada recomendable, porque nos falta, ante todo, tiempo. Y, por supuesto, tiempo para escribir. Procuro escribir todos los días, aunque sea un par de párrafos. Párrafos demasiado apresurados que luego debo corregir. Me encuentro ahora sumido en una búsqueda de tiempo. Dijo un autor al que admiro, Jesús Carrasco, que la escritura no es compatible con ninguna otra profesión. Puede que esté en lo cierto. En mi caso, el tiempo —y nunca mejor dicho— lo dirá.

P. ¿Cómo es José Luis en su tiempo libre?

R. Viajo, leo, hago deporte y comparto el tiempo con mi familia y amigos. Dice Martin Amis que la vida de un escritor debe dividirse en tres bloques: leer, escribir y vivir. Intento cumplir con ello.

P. ¿Qué han supuesto para ti autores como Gabriel García Márquez, Muñoz Molina, James Joyce, William Faulkner, James Salter…?

R. Lo han supuesto todo. Un escritor construye su estilo propio a partir de lo que lee. Cuando he leído a autores como Faulkner o Salter, he descubierto que mi verdadera vocación es la escritura, y que la verdad literaria residía, al menos para mí, en cada una de sus novelas. Si soy lo que soy como escritor, se lo debo a ellos.

P. Si tuvieras que quedarte con una única obra leída a lo largo de tu vida, ¿cuál sería y por qué?

R. El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. ¿Por qué? Porque aún recuerdo lo que sentí cuando leí la primera página. Dije en voz alta: ¡Esto es lo que quiero escribir!

P. Muchas gracias por tu tiempo, José Luis. Es todo un honor que hayas confiado en Páginas de Nieve. Te deseo la mayor de las suertes.

R. Ha sido un auténtico placer.

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